Aproximadamente el 10% de las personas son zurdas. Aunque existen varias hipótesis que intentan explicar esta proporción dispar, en realidad aún hoy no se sabe con certeza por qué una persona es zurda o diestra. La lateralidad manual, es decir, la preferencia para el uso de una mano sobre la otra, se debería en gran parte a la genética y parcialmente al medio ambiente. Esto se evidencia en que, por ejemplo, en familias donde ambos padres son zurdos, las posibilidades de tener un hijo con igual lateralidad se ven incrementadas.
Nuestro cerebro es asimétrico. Esta morfología cerebral también es consecuencia de procesos evolutivos que se dieron, entre otras razones, a partir de la especialización del lenguaje y las destrezas motoras finas. El hemisferio derecho se encarga de controlar los movimientos del lado izquierdo del cuerpo, y el hemisferio izquierdo, los del lado derecho. Así, cada hemisferio controla el cuerpo de forma cruzada. En lo que respecta al lenguaje, el hemisferio izquierdo es el responsable en personas diestras; prueba de ello es que las lesiones de dicho hemisferio están relacionadas con la pérdida del habla (afasia). Este hemisferio también es dominante para la escritura y la lectura en los diestros. En los zurdos, estas funciones estarían más repartidas entre ambos lados.
Como se ve, la lateralidad no es una cosa simple. Diferentes investigaciones han mostrado que la lateralización está asociada a factores genéticos, hormonales, de desarrollo e, incluso, culturales. Hay una tendencia a etiquetar a los zurdos como personas con mayor talento que los diestros en algunas actividades (como, por ejemplo, las artes y los deportes). Comúnmente, para ratificar esto, se señalan ejemplos de muchas personas talentosas en la historia que eran zurdos. Pero hay que ser cautos y no querer llegar a conclusiones simplificadoras. La sugerencia de que los zurdos son “especiales” (léase, más creativos, habilidosos o, simplemente, diferentes) tiene una parte de datos factuales y otra de mito. Claro que la lateralidad cerebral es compleja y el comportamiento humano no puede explicarse solamente por estas cualidades. Si no, debería existir un 10% de la población en el mundo que fuesen Leonardo, Mozart, Einstein o Messi y está visto que, para ser cualquiera de ellos, se necesita algo más que preferir un lado sobre el otro.
(Facundo Manes y Mateo Niro. Usar el cerebro. Editorial Paidós. Barcelona. 2015)